Por Diego Villa |
El río se encuentra decrecido, no tan bravo. Hace días que no llueve. Las piedras sobresalen del cauce y el caudal se pintó de blanco por alguna razón.
En el río Bravo a la altura del Puente Negro (cerca del cruce del bulevar Bernardo Norzagaray con la calle Oro) sigue el campamento ya no tan improvisado de Aduanas y Protección Fronteriza (Custom and Border Protection o CBP).
El campamento tomó complejidad. Antes estaban únicamente baños portátiles y algunas zonas delimitadas para conocer el flujo del proceso que estaban por seguir las personas en situación de movilidad provenientes de Venezuela que ahí llegaban.
Ahora, los vehículos oficiales tienen un área específica para aparcar, hay remolques del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos y de su dependencia, CBP. Hay otros remolques más pequeños con aire acondicionado. Ahí solo entran los oficiales de la Patrulla Fronteriza o CBP.
Hay un área con baños portátiles y carpas grandes donde se aglutinan las decenas de personas migrantes que esperan su turno para ser procesados y poder internarse de manera legal en Estados Unidos.
Una zona está destinada, aparentemente, a los hombres que viajan sin pareja o niños. Hay otro sector en el que parece que se forman otros tantos para hacerse de algunos alimentos y bebidas.
Los hombres de la primera zona se cobijan con mantas isotérmicas que les proveyeron en Estados Unidos, en el campamento. Algunos se echan la manta al torso y se asoman, mientras esperan, hacia Ciudad Juárez.
Esperan a que los lleven a otro punto o a ser del grupo que es llevado en camiones a Washington D. C. o Nueva York por órdenes del gobernador de Texas, Greg Abbot.
Mientras tanto, siguen llegando más y más migrantes venezolanos, en grupos chicos. De a dos o tres. Los contingentes más grandes se han dispersado por el largo trayecto que deben recorrer y el sol directo que, aunque en otoño, sigue incomodando la piel.
Dos hombres venezolanos cruzan el río mientras tres más los esperan de aquel lado.
A la par, un hombre mexicano pregunta a qué se deben los remolques y el operativo, para luego presumir que su hijo logró cruzar.
Su hijo se cruzó “acá por arriba. [Fue] de los que avientan la escalera y sí la armó el chavo”, dijo. Contó, además, que fue el único de un grupo de siete migrantes indocumentados que iban en ese grupo que logró internarse en Estados Unidos. Los demás fueron detenidos por “dos migras”, según indicó el hombre.
Como eran solo dos oficiales contra siete personas, “salió corriendo a madre y se les alcanzó a bañar”, es decir, aprovechó la oportunidad.
Añadió que su hijo está en Houston ahora. Hace 12 días que cruzó y el padre se siente “bien gustoso”, porque allá lo esperaba su familia, que incluye descendencia “que tienen la quebrada de arreglarle”, hijos que pueden pedir legalmente que le den la ciudadanía al hombre migrante.
Cuenta que apenas llegó a Estados Unidos y pagó una multa que tenía pendiente, para poder transitar sin problemas por Houston.
Un pago que probablemente dio con los mil 500 dólares que se ahorró por no tener que pagárselos al traficante de personas que prometió cruzarlo, porque no lo cruzó, sino que el migrante se escapó, según cuenta su padre.
“El se fugó por donde pudo, habló y lo recogieron”, agregó.
El mes de septiembre ha registrado un promedio diario de mil 300 cruces de personas migrantes por El Paso hacia Estados Unidos, de acuerdo con el CBP, lo que supera el promedio diario de mayo, que era el mes con más concurrencia.
Por otra parte, la Patrulla Fronteriza ha reportado que el centro de procesamiento de personas migrantes que establece las fechas para corte para los procesos de asilo o residencia se encuentran al doble de su capacidad.
A los migrantes que llegan al campamento montado en la frontera de Ciudad Juárez y El Paso se les solicita quitarse las agujetas de sus zapatos, para posteriormente llenar un formulario y ser colocados en algún sector del centro de alojamiento.
Medios paseños han precisado que agentes fronterizos recogen datos biométricos de las personas migrantes del lugar, que se han llegado a alojarse en partes del Centro de El Paso.
A inicios del mes de septiembre, el Cabildo de El Paso declaró crisis de emergencia humanitaria y aprobó un contrato de dos millones de dólares para contratar autobuses que transportan a los migrantes a Nueva York, como parte de la Operación Estrella Solitaria del gobernador Abbot a la problemática de la frontera sur.