La mala sincronización de los semáforos juega con la paciencia de los automovilistas
Atrapados en el tráfico, víctimas de la mala planeación y de un deficiente servicio por parte de los semáforos, los conductores deben lidiar con el calor amplificado por los vidrios de sus autos, la fatiga de terminar una larga jornada laboral, el hambre y con otros conductores impacientes.
El mal humor se vuelve inevitable detrás del volante y los minutos se hacen eternos frente a la luz roja, mientras que la luz verde parece fugaz ante a las interminables filas de autos. La mala sincronización de los semáforos juega con la paciencia de los automovilistas. Suenan los cláxones cuando alguien cruzó cuando una luz amarilla estaba por terminar y casi provoca un choque.
En algunos cruceros ni siquiera hay semáforos; se han caído y no han sido repuestos en varios meses. Su ausencia es perjudicial para el flujo torrencial de vehículos tan comunes en una zona de parques industriales, donde además de los autos particulares, también transitan unidades de transporte de personal, y camiones que trasladan la producción o la materia prima, a veces de doble remolque.
Desde finales del 2022 la Coordinación General de Seguridad Vial prometía adquirir nuevos controladores para semáforos, pues algunos de los que se encuentran operando tienen entre 20 y 30 años de antigüedad, lo que evita que puedan sincronizarse adecuadamente.
Alrededor de 750 mil vehículos se encuentran circulando en Ciudad Juárez, y entre la mala condición de las calles, la precaria cultura del manejo y, para rematar, la poca eficiencia del sistema de semaforización, hacen que conducir sea una experiencia estresante.
El abandono en el servicio de los semáforos obliga a los juarenses a salir más temprano de sus hogares para llegar a sus trabajos o escuelas, los hace librar un trayecto lleno de obstáculos, y podríamos decir que incluso con algo de incertidumbre. También provoca que el retorno a sus moradas se prolongue. Se disminuye el tiempo de descanso que requieren el cuerpo y la mente.
Del rojo al verde sobra el tiempo para soñar con un sistema de semáforos en óptimas condiciones, con un trayecto fluido y ordenado, que represente una prioridad para las autoridades y que no nos remita a una Juárez abandonada.
