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Colonia Barrio Alto: un antiguo y olvidado sector estratégico de Ciudad Juárez

Por Luis Carlos Ortega |

Para algunos historiadores, la colonia Barrio Alto fue el primer núcleo de población reconocido oficialmente como tal, del que se tiene registro en Ciudad Juárez.

Según señala una investigación del periodista Mauricio Rodríguez, este antiguo sector de la ciudad se fundó con fines estratégicos.

El terreno debería estar en parte prominente para dominar con la vista las grandes extensiones y estar siempre preparados para defenderse de los enemigos.

Esta sería la razón por la cual las primeras casas se ubicaron en ese sector, cercano a la Casa Consistorial o de Gobierno. Y por lo mismo se le adjudicó el nombre con el cual es ahora conocido como una de las más antiguas colonias de Ciudad Juárez.

A diferencia de los pintorescos paisajes de antaño, la colonia Barrio Alto presenta actualmente un panorama cargado de contrastes, con amplios sectores en total desolación.

Al igual que muchas otras colonias de antaño, estos antiguos e históricos rumbos de la ciudad muestran algunos parajes de auténtico tono apocalíptico.

Sectores donde el polvo del pasado flota como nostálgico referente de lo que alguna vez fue, y ha dejado de ser a golpes de abandono.

Algunas propiedades representan auténticos páramos de riesgo para los habitantes, donde el escombro, la basura, y los desechos humanos y animales reinan por doquier.

Tal es el caso de lo que fueron dos diferentes propiedades, una habitacional y otra comercial, que hoy comparten un destino común como basureros urbanos.

La primera, en la equina de las calles Mercurio y Ramón Aranda, son los restos de lo que fue un local de venta de helados.

Las viejas paredes bordeadas por una montaña de escombro aún conservan letreros de venta de diversidad de antojos, escoltado por una clásica figura de Disney.

El interior de esta propiedad, con más de dos décadas de abandono según vecinos del sector, está plagado de basura y todo tipo de desechos.

Bolsas de basura, llantas, ropa vieja, ramas, cerros de escombro y bolsas cargadas de excremento animal son una constante tanto dentro como fuera.

Del aroma, ni hablar.

Tapias convertidas en basurero

En igual condición, pero en calidad de tapias, una propiedad aledaña que hace esquina con el viaducto, es un auténtico basurero al aire libre.

Muy lejos de la romántica visión citada inicialmente, los restos aún en pie solo sirven como resguardo al gran cúmulo de desechos que inundan su espacio. Esto incluye los restos de un viejo sanitario incrustado boca abajo en el enorme cerro de desechos.

Ambas fincas completamente abandonadas por sus desinteresados propietarios, son continuamente visitadas por habitantes de otros sectores que acuden al lugar para abandonar ahí su basura.

Siguiendo al norte por la calle Mercurio, una vieja vivienda a medio derruir sirve sin embargo de resguardo temporal para desconocidos habitantes de ocasión.

Pese a que en sus paredes un gran letrero advierte que el terreno no es basurero, otra propiedad en una esquina luce como tal.

Ubicada en el cruce de las calles Cobre y Pablo L. Sidar, esta propiedad está convertida en un vertedero clandestino de desechos.

Desde animales muertos hasta desvencijados sillones de todo tipo invaden el interior de esta vieja propiedad señalada por vecinos como altamente peligrosa durante la noche.

“Si pudieran ver allá arriba cómo está la calle y cuántos perros sin dueño andan sueltos”, suplica Marisela Flores, habitante del sector desde año y medio atrás.

Se dice desesperada porque los perros han acarreado plaga de garrapatas que ponen en riesgo la salud de su bebé de solo año y medio.

“Ya se lo reporté incluso en una de sus cruzadas al presidente Pérez Cuéllar; dijo que mandaría a alguien para atender esto, pero nadie ha venido y me preocupa mucho la salud de mi bebé”, reclama.

En la esquina de las calles Mauricio Corredor y Cobre, lo que fue una amplia propiedad edificada también luce hoy solo en calidad de tapias.

Grandes montículos de tierra y escombro inundan por doquier el gran terreno plagado igualmente de basura, llantas, destripados sillones, y grandes hatos de ramas.

Y más y más propiedades en igual circunstancia que saltan a la vista al recorrer sus calles.

Son claro vestigio y referente de lo que analistas urbanos exponen como muestra representativa de lo que se denomina como “la no ciudad”. Una ciudad con un pasado que se ha venido disolviendo y que –como dice el urbanista Jordi Borja– es apenas perceptible, más deshecha que hecha.

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