Por Martín Orquiz |
El Centro de Atención Infantil Juntos por los Niños, enclavado en la colonia Bellavista, se convirtió por algunas horas en centro nupcial para seis parejas de origen venezolano que contrajeron nupcias.
Las novias con vestidos de fiesta, los hombres con su ropa habitual, pero todos luciendo amplias sonrisas, se acomodaron en un área que usualmente es utilizada como comedor, pero que ahora fue transformada en una sala del Registro Civil para realizar la ceremonia.
Entre los contrayentes estaban José, de 31 años, y Luz, de 28.
Cuentan, antes de la ceremonia de casamiento, que son pareja desde el 2009, pero hasta ahora se decidieron a legalizar su unión.
“En Venezuela, como que siempre queríamos eso, pero primero organizar nuestro hogar, como que siempre pensamos eso, que el que se casa, casa quiere”, cuenta ella con el característico acento de quienes nacieron en ese país.
Sin embargo, continúa, vinieron tras un sueño y ya tienen dos meses en México en espera de cruzar hacia Estados Unidos.
Añade que, poco a poco, tuvieron acceso a la información para casarse aquí, preguntaron por los trámites para el proceso a raíz que, cuando llegaron a esta frontera, de inmediato se entregaron a las autoridades estadounidenses y los separaron.
Les dijeron que de estar casados, entonces enfrentarían un solo proceso de asilo.
Además, como José y Luz siempre están juntos, han querido casarse, por lo que acudieron a las oficinas del Consejo Estatal de Población y Atención a Migrantes (Coespo) a solicitar informes del tema y vieron que podían unirse legalmente como pareja, así que decidieron hacerlo.
“Ayer, cuando me avisaron que viniera para acá, nosotros le informamos a nuestros familiares, muy contentos y tristes a la vez (por la lejanía)”, comenta.
Con la voz quebrada, recuerda que salió de Venezuela en el 2017, pero permanecieron en Colombia por situaciones que así lo ameritaban.
“El 14 de septiembre (de este año) logramos salir, atravesamos la selva del Darién, donde duramos 11 días, gracias a Dios salimos vivos; no nos pasó nada, pero sí vimos muchas cosas que, gracias a Dios, no nos pasaron a nosotros”, explica emocionada.
Fue hasta el pasado 3 de octubre cuando pudieron ingresar a México, mientras que el 11 de ese mismo mes llegaron a Ciudad Juárez, enseguida se entregaron a agentes de Estados Unidos, pero los regresaron.
A pesar del escollo, enfatiza que “seguimos con ganas de echarle para adelante”.
Luz le pide a José que ahora hable él; nervioso, el hombre menciona que está contento de que por fin van a ser marido y mujer ante la ley.
“Fue algo que desde hace mucho tiempo ella me estuvo pidiendo, preguntaba que cuándo le iba a pedir matrimonio, pero queríamos formalizarlo mejor, tener un hogar para estar más estables, porque hay personas que hacen las cosas sin todavía pensarlo. Gracias a Dios nosotros como que estamos más organizados”, expresa.
Su meta, continúa, es tener su hogar y lograr la independencia económica porque ambos han trabajado ya mucho para otras personas y, por supuesto, formar una familia