Por Teófilo Alvarado |
Jesús Gómez Montes estaba en el río Bravo este lunes, cuando fue testigo de cómo una mujer abandonó a un niño hondureño de dos años y pidió que lo entregaran al gobierno de Estados Unidos.
Aunque no recuerda, sabe que a él también lo dejaron solo junto al río Chuvíscar en el municipio de Chihuahua, cuando solo tenía tres años. Así que se conectó con el caso automáticamente.
Su madre, sumida en el vicio, lo abandonó y fue el DIF, que lo recuperó y lo colocó en diversos albergues mientras crecía, dijo.
Aunque Jesús tuvo múltiples heridas emocionales, pudo superarse, estudiar y conseguir empleos formales.
En el 2006, cuando contaba con 12 años de edad se reencontró con la familia de su madre y desde entonces no pensó en otra cosa más que en buscarla, porque desde un año atrás había sido reportada como desaparecida.
Fue hasta el año 2019, cuando ya era un adulto, que se enteró de que su mamá había sido vista en la Ciudad de México.
Reunió los recursos y se trasladó a buscarla, donde la localizó con muchas dificultades. Ella estaba en las calles, como indigente.
La llevó a vivir con él y su familia en Chihuahua.
Ahora, mencionó que labora en la Secretaría de Salud de Gobierno del Estado, asignado en oficinas de la capital.
Jesús explicó que tuvo unos días de vacaciones y vino a Juárez, con su novia, pero tuvo dificultades con ella y finalmente se quedó sin una estancia, porque además lo asaltaron y no tuvo forma de rentar hotel hace unos días.
Afirmó que fue a parar al campamento de los migrantes junto al río Bravo, donde le permitieron dormir dos días en una de las tiendas de campaña.
Ahí se encontraba con los venezolanos, hasta la mañana de este lunes, cuando fue testigo de cómo abandonaron a un bebé de Honduras para que fuera entregado como “no acompañado” a la Patrulla Fronteriza.
Se imaginó que era él mismo, así que vio la forma de que el menor no quedara solo en ningún momento, hasta que un guatemalteco se animó y fue a entregarlo a los agentes de Migración de los Estados Unidos.
