Por Luis Carlos Ortega |
Tienen más de dos décadas de promesas incumplidas, con serios problemas de salud, transporte, inseguridad y estrecho contacto con la fetidez de las aguas negras.
La temporada de lluvias representa para sus habitantes pasar noches en vela y en zozobra ante el recuerdo de las inundaciones de años anteriores.
Años en que el desbordamiento del canal de aguas negras anegó de inmundicia sus hogares, dejando una imborrable e inquietante huella en su memoria. Y es que nada, nada de lo hecho desde entonces les garantiza que no les volverá a pasar.
Son los habitantes de Riberas del Bravo etapa VII, en la zona colindante con el canal de aguas negras y su dilatada estela de hedor.
El flujo de aguas residuales corre paralelamente con una extensa vialidad carente casi en su totalidad de pavimento; pese a ello, esta senda terregosa y desnivelada que parte desde el bulevar Independencia hacia el oriente, es elegantemente denominada “avenida Siglo XXI”.
Los líos viales
En su cruce por la etapa VII de Riberas forma una “Y” griega, en su conexión con la igualmente terregosa calle Antonio García; este accidentado, estrecho y peligroso cruce, es el punto de acceso a la sección norte de la colonia, para quienes ingresan por carretera Juárez-Porvenir.
Ahí son frecuentes los percances viales ante lo estrecho del cruce que solo permite el paso de un vehículo a la vez, en ambos sentidos. Un factor de accidentes lo representan los camiones de transporte urbano y de personal que, especialmente en horas pico de la maquiladora, saturan el estrecho paso.
“Aquí han ocurrido varios accidentes con muertos, uno de esos fue una volcadura, vea nomás las cruces, esas dos de allá y otra que quitaron; aquí se ahogaron unos jóvenes que la gente tuvo que sacar porque nomás no llegaban del Semefo ni de protección civil”, señala un vecino del sector.
Basura y escombro coronan el canal
De acuerdo al hombre que se detiene a platicar con quienes recorremos el lugar, el bordo del canal tiene más de tres años sin mantenimiento; algunos acumulados de basura, escombro y abundante vegetación dejan ver la realidad de sus palabras.
El conjunto de viviendas de esta sección de Riberas del Bravo Etapa VII, está ubicado entre dos corrientes de aguas negras; sus habitantes continúan esperando que se cumpla la promesa que se les hizo en tiempos de Patricio Martínez, de “entubar” el flujo de aguas residuales.
Se dicen cansados de que los políticos acudan a anunciar acciones que terminan concluyéndose a medias o nunca se realizan, sirviendo solo para la foto.
Dicen no querer, por el momento, saber nada de brigadas de pintado de viviendas, programas de destilichadero o de embellecimiento de parques, que no desagradecen.
Pero lo urgente, indispensable, apremiante e impostergable para ellos es que la promesa hecha hace más de dos décadas finalmente se cumpla. Ruegan por que cualquier autoridad de cualquier nivel se encargue de entubar definitivamente la corriente de aguas negras y, de paso, dignificar sus vialidades.
Sufrir por el hedor y la inmundicia
El recorrido por el mencionado punto nos permite entender la situación de desesperada exigencia que sus pobladores experimentan. En principio por el fuerte hedor que despide el flujo de aguas cloacales, y el constante riesgo de accidentes que registra el citado crucero.
“Este canal de aguas negras es un foco rojo de infección para todas las personas que habitamos Riberas del Bravo; en una ocasión se desbordó y toda esta agua sucia brincó hasta dos cuadras, se metió a las casas y provocó todo un desastre; yo tuve que ayudar a salir a unas personas de su casa inundada a dos calles de aquí, echando la camioneta en reversa”.
En este sentido se expresa Diana Campos, empleada de maquiladora, habitante e integrante del comité de vecinos de la etapa VII de Riberas.
Ella forma parte del 70 por ciento de residentes de esta extendida colonia.
Dieciocho años atrás, Diana llegó con gran cauda de ilusiones para habitar el «proyecto de miniciudad modelo para América Latina», que se les prometieron.
(Re) Claman por un solución
Dieciocho años después, el canal sigue sin embovedar, con carencia absoluta de malla protectora, representado un serio riesgo de salud y seguridad para sus habitantes.
Ella manifiesta que incluso no han faltado depravados que aprovechan la situación para atacar a mujeres a las han querido o han echado al canal.
“Lo que queremos es una solución a ese canal a cielo abierto, aparte de que es muy peligroso porque no hay ninguna protección; las calles se fueron deteriorando y nunca vinieron a arreglarlas; lo que queremos es que se cumple con lo que se nos prometió”, reclama.
Inexistentes son asimismo los prometidos pozos de agua potable, tanques elevados, la subestación eléctrica, y la urbanización de amplias avenidas internas y circuitos para peatones.
De las grandes áreas verdes y los pozos de absorción igualmente prometidos, solo hay páramos encharcados y puntos donde florecen acumulamientos de basura.
Intervención por encimita
Cuestionada en torno a la reciente visita de la gobernadora Maru Campos, donde anunció nuevas acciones de rescate, mantenimiento y limpieza, dijo sentirse escéptica. Esto, debido a que las acciones desarrolladas hace un año solo atendieron situaciones “muy por encima” en una zona diferente, con problemas no tan urgentes.
“Por acá no han venido, a la gobernadora la pasean por lugares donde no se vea tan feo como aquí, donde deveras nos urge apoyo; esta calle se inunda y se vuelve un lodazal que no deja transitar, muchos tenemos que rodear hasta este otro lado para poder entrar”, reclama.
Destaca que en su caso agradece tener al menos un vehículo, pues en caso de inundación, quien más sufre es la gente de a pie.
En los alrededores de este entorno al que las autoridades no han llegado, resuenan las recientes palabras emitidas un año atrás por la gobernadora Campos.
Esto durante el banderazo de arranque de actividades de limpieza y labores de mantenimiento realizado por el gobierno estatal en otra sección de la colonia.
“Ya basta de esos gobiernos indolentes, esos gobiernos omisos que nos han dejado durante décadas en esta situación; yo les pido que nos exijan, que nos exijan al licenciado Pérez Cuéllar y a una servidora, que le exijan al doctor Ibáñez”, enfatizaba entonces la mandataria estatal.
Exigencias que cobran voz entre estos olvidados habitantes, que siguen esperando el cumplimiento de viejas promesas que, por ahora, se sigue llevando el viento.