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Les cerraron la clínica de rehabilitación y algunos se volvieron a “enganchar del vicio”

Rosalía no se deja vencer y asegura que quiere un tratamiento para dejar de usar heroína, pero las puertas se le cierran.

La clínica que les daba servicio a los usuarios de esa droga, dejó de atender un día antes de Noche Buena del 2022 y los cientos de personas que acudían por su tratamiento de metadona, quedaron desamparadas.

Mencionó que no ha probado ni fentanilo ni el cristal, las drogas nuevas, las cuales se dice que son más adictivas, pero aún así, siente que no puede dejar de consumir la sustancia de la que se enganchó desde hace ocho años. 

“Nos cerraron la clínica y muchos volvimos a agarrar el vicio”, narró.

Explicó que es necesario que alguna institución brinde apoyo con el tratamiento de metadona, sin embargo, la explicación que le dieron es que el Gobierno prohibió que particulares compren y ofrezcan ese tipo de medicamento.

“Ahora solo las clínicas con apoyo de gobierno, como el Centro de Integración Juvenil (CIJ)”, explicó.

Agregó que vive al extremo sur de la ciudad y la mañana de este miércoles llegó con dificultades hasta las instalaciones de lo que antes era el Tribunal para Menores en el bulevar Bernardo Norzagaray.

Personal de la institución referida le brindó información, pero llegó después de la hora permitida y la citaron hasta el miércoles de la próxima semana.

“Siento que es mucho para mí, hasta el otro miércoles, mientras cómo le hago”, externó en referencia a que la heroína le exige muchas dosis al día y el síndrome de abstinencia la doblega.

“Ahorita estoy a pura fuerza de voluntad, no he consumido nada en lo que va del día, pero me siento muy mal”, comentó.

Indicó que hace ocho años el hombre con quien vivía se la mantenía ausente por ser consumidor muy activo de heroína y cocaína.

“Yo lo que quería es que me atendiera y por estar con él agarré también el vicio, entonces sí andábamos de la mano, pero buscando dosis todo el día”, aseveró.

Narró que hace unos meses su esposo de 45 años falleció de un paro respiratorio, consecuencia en parte de sus adicciones.

“Si yo hubiera sabido el sufrimiento que iba a tener al hacerme adicta, nunca lo hubiera hecho”, enfatizó.

Dijo que ahora ya es presa de la adicción y debe conseguir 720 pesos diarios para comprar las 12 dosis que requiere, a razón de 60 pesos cada una.

“Solo Dios sabe lo que tengo que hacer para conseguir ese dinero”, sostuvo.

“He sido muy irresponsable con mis cuatro hijas”, afirmó en relación a que no las atiende debidamente, al grado que no les da siquiera sus tres comidas al día.

En la última semana no han ido a la escuela debido a que había buscado ir al CIJ a solicitar el tratamiento de metadona que no consiguió.

Mientras la explican los pasos a seguir, solo voltea a ver con tristeza a sus tres hijas más pequeñas de entre cuatro y ocho años, las cuales lucen su ropa sucia, así como los tenis desgarrados.

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