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Lo que antes era un parque, hoy es una pestilente cloaca en Águilas de Zaragoza

Por Luis Carlos Ortega |

Apenas puede creerse que la cloaca que separa la colonia Águilas de Zaragoza del fraccionamiento Praderas de Oriente haya sido originalmente un espacioso parque hundido.

Aguas negras, follaje, escombro, animales muertos, basura a granel y diversidad de inmundicias inundan ese antiguo espacio recreativo convertido actualmente en peligroso foco de infección.

Se trata de un terreno rectangular de casi 300 metros de extensión por 60 de ancho, que incluía el parque y tres pozos de absorción.

Está ubicado entre las calles Salvárcar, Descubrimiento y Praderas del Millón, colindando en su parte posterior con las primeras casas del fraccionamiento Praderas de Oriente.

De acuerdo a vecinos del sector, el parque formaba parte del equipamiento urbano construido durante la edificación del mencionado fraccionamiento.

Inicialmente contaba con alumbrado, escaleras de cemento, y una cancha de basquetbol de la que solo sobreviven la plancha de cemento y unos herrumbrosos tubos.

Una gigantesca y fétida laguna de aguas negras abarca toda la parte del centro, con densas nubes de moscos invadiendo la agreste vegetación colindante.

La pestilente laguna es alimentada por una corriente de agua cloacal que brota de una gran hoquedad, donde antes hubo una alcantarilla de drenaje; la herrumbrosa tapa de esta antigua infraestructura aún permanece a unos metros de ese pozo residual.

Dicen vecinos que han hecho numerosos reportes tanto a la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) como a la a Dirección de Limpia. Hasta ahora no ha habido presencia de estas instancias, señalan.

“Antes estaba muy bonito cuando recién entregaron esas casas, y mire ahora en qué quedó el parque, quitaron bancas, quitaron alumbrado; había escaloncitos para subir a esas casitas y ya hasta los taparon quesque porque nomás se juntaban puros chavalos drogándose”, señala una vecina.

Dice llamarse Mary, y habita en ese alejado sector desde prácticamente la fundación de la colonia, en la segunda mitad de los años 90.

De la mitad del antiguo parque hacia el poniente hay grandes cúmulos de basura, panorama que contrasta con la mitad que da al oriente. Ese punto no está exento de basura, llantas y animales muertos, pero comparativamente con la otra mitad la diferencia es muy grande.

Según cuenta doña Mary, los propietarios de una tienda cercana cuentan con cámaras de seguridad que permiten detectar y alejar a los tiradores de basura.

“Aquí vienen a echarnos perros, gatos, basura, hasta camionetas de basura vienen, nomás que la señora de la tienda siempre está al pendiente; como ellos tienen cámaras los detienen, pero vea, de la mitad para allá no, y mire nomás cómo tienen de basura”, comenta.

Don Arnulfo, propietario de una tienda de abarrotes cercana, es uno de los vecinos que ha reportado repetidamente esta situación, sin éxito hasta ahora.

“Los ingenieros les tienen miedo a estos pozos porque piensan que si rehabilitan el parque se volverá a inundar Águilas de Zaragoza; pero eso se puede arreglar porque hay tres pozos de absorción que fueron muy bien hechos, llueva lo que le llueva ya no se inunda”, afirma.

Destacó que el problema real ahora es la alcantarilla de drenaje de la que brota el agua negra que inunda el antiguo parque.

Esto –asegura– es toda una invitación para mucha gente de fuera y sus alrededores para acudir a tirar clandestinamente todo tipo de desperdicios.

Y del aroma, mejor no habla.

“Que vengan a darse una vuelta y a ver si aguantan estarse un ratito, chiquito, no le hace, oliendo toda esta cochinada; no, si mensos no son, pero ya ni la muelen, tienen como dos años que nadie viene a dar una limpiada”, expresa don Samuel.

Es otro habitante de Águilas de Zaragoza que, cargando algo de mandado, desvía su paso para preguntar qué es lo que fotógrafo y reportero hacen.

Al saber que se trata de representantes de la prensa, suelta un montón de insultos, quejándose del abandono en que las autoridades tienen el lugar, y de la gente irresponsable que a escondidas o abiertamente, dispone de sus desechos en el antiguo parque.

“Yo vivo aquí a la vuelta y mire, todos los días barro mi calle pa’ tenerla limpia; pero la gente también es muy cochina, muchos vienen con bolsotas a tirarlas allá, mire nomás cuánta bolsa; no, pero se enojan si uno dice algo. A uno le dije que no viniera tirar aquí su cochinero y me dijo ‘ni que el parque fuera tuyo‘” manifestó enojado.

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