Cientos de venezolanos se entregan a la Patrulla Fronteriza; saben que los pueden deportar de forma exprés, pero aún así cruzan el río Bravo de forma indocumentada
‘Raúl’, como se identifica el migrante venezolano, se despide de los amigos que ha hecho en los últimos meses en Juárez y en el trayecto a la frontera de México con Estados Unidos.
Algunos son casi como hermanos en este campamento ubicado frente a la estación migratoria.
De todos los que puede se despide de mano, de palmada en el hombro, de abrazo.
“Adiós, hermano, nos vemos después”, dice de forma breve a los que se encuentran en el pequeño altar erigido junto a la malla, a metros del calabozo donde 68 personas como él, estaban privadas de su libertad por parte del Instituto Nacional de Migración y 40 de ellas murieron bajo el fuego.
Echa un último vistazo y se va caminando rumbo a donde un camión estacionado lo espera a él y a otros que han decidido irse al punto 36 del muro fronterizo localizado en El Paso, Texas, donde habrá de entregarse a la Patrulla Fronteriza.
Sabe que es la incertidumbre total y que es muy probable que lo regresen a México bajo el Título 42, de forma exprés, pero también le cabe la esperanza de que algo desconocido suceda y se la perdonen, dejándolo en Estados Unidos, donde pueda solicitar asilo político.
La cuestión es que la desesperación ha hecho presa de él y se va a jugar el todo por el todo.
“La verdad es que tenemos mucho tiempo aquí y la aplicación de CBP One no abre y que sea lo que Dios nos mande”, señala.
Explica que es mucho el gasto que hacen en mantener el teléfono celular con carga y con saldo, intentando una y otra vez durante horas hacer una cita mediante la app CBP One, hasta que las cosas llegaron a un límite.
Agrega que está consciente que no es la forma de ingresar al país de los dólares, sin embargo, cree ya no tiene otra alternativa.
Comenta que tiene un mes en Ciudad Juárez, tras venir con unos amigos desde Venezuela. Es la primera ocasión que intentará cruzar de forma ilegal. Mientras ‘Raúl’ se dirige al punto 36, otros cientos ya se le adelantaron.
Son casi mil los que escucharon el canto de la sirena: el falso rumor de que Estados Unidos les abrirá la puerta y en masa les dará asilo político sin los procedimientos estipulados.