Por Enrique Lomas |
La oleada migrante sorprendió al mediodía de este jueves a los pobladores y autoridades de la ciudad de Jiménez, en el extremo sur de la entidad.
Llegaron caminando, en camionetas, en tráileres, en los techos de los trenes y, hacia el atardecer, ya unos mil 200 migrantes colmaban el gimnasio municipal Manuel Gómez Morín y el Luis Donaldo Colosio de esta ciudad.
Hasta aquí y desde el estado de Durango entraron ciudadanos venezolanos, cubanos, colombianos, uruguayos y ecuatorianos, para abarrotar los gimnasios Luis Donaldo Colosio y el Manuel Gómez Morín, pero para todos hubo comida y una colchoneta para amortiguar los sustos del camino y el cansancio.
El alcalde, Marcos Chávez Torres, enfrentó prácticamente solo el temporal, porque ni las autoridades federales ni estatales han hecho acto de presencia.
“Aquí estamos recibiendo a toda esta pobre gente que llega tan asoleada, pariendo, desmayándose, pero a los que hay que atender con voluntad y compasión”, dijo el edil vía telefónica.
El presidente resaltó que entre el contingente arribaron nicaragüenses en un 80 por ciento y que mañana esperan mil 300 personas más.
La solidaridad de la población, los comerciantes y grupos altruistas de la comunidad también se han acercado.
Como nunca antes, la crisis migratoria está tocando las puertas y los corazones de municipios como este. El alcalde también ha apoyado con camiones para acercar a los migrantes a los albergues porque los han dejado en los límites con el vecino estado de Durango y las mujeres y niños ya no pueden dar un paso más.