Por Martín Orquiz |
Mientras el sol de mediodía iluminaba con intensidad y la música en vivo de un juego de beisbol que se realizaba en el Deportivo Satélite se escuchaba en el ambiente, la familia de Vianey, la mujer de 21 años encontrada muerta la mañana del pasado domingo en un motel, se aprestaba a comenzar una marcha para exigir justicia.
Su madre, Alicia Cerón, llegó puntual a la hora convocada, las dos de la tarde, junto con más integrantes de su familia.
Los globos blancos y las mantas rosa que portaban, contrastan con su vestimenta negra, algunas de sus prendas lucen el rostro sonriente de Vianey.
Poco a poco, el grupo en duelo se nutre, acuden alrededor de un centenar de personas, la mayoría portan también el negro en sus ropas.
Al darse cuenta de lo que estaba pasando, la música en vivo cesó en consideración a la tragedia que enfrenta la familia Cerón, se escucha por el altoparlante.
Alicia plática que la marcha fue convocada para exigir justicia para su hija, a la que vio por última vez hace justo ocho días, cuando salió de su hogar para asistir a unas pláticas, recuerda.
Menciona que está inconforme con las versiones manejadas por las autoridades, las que inicialmente calificaron la muerte de Vianey como suicidio, para después cambiar la versión. Habría muerto asfixiada y presentaba lesiones en el cráneo.
Las investigaciones comenzaron muy flojas, pero conforme creció la indignación de la ciudadanía, las investigaciones comenzaron a acelerarse, menciona.
Aunque tiene dudas, dice que confía en que el caso se resolverá por la presión social que generó y porque su hija merece justicia.
Tiene datos de lo que pudo pasar entre la tarde del sábado y domingo pasados, pero se los reservará para no entorpecer las indagatorias.
“Señor, señora, no sea indiferente, matan a mujeres en la cara de la gente”, gritaba el grupo de mujeres y hombres que marcharon desde Satélite hasta el motel Las Palmas, sobre la avenida Ejército Nacional, donde encontraron a Vianey.
“Tiene que haber un culpable, aquí entró el asesino de mi hija y de aquí tiene que salir”, dice frente a los participantes con un megáfono que le prestan.
Alicia les insiste que la actividad es pacífica, pero algunas mujeres arengan a cerrar el carril norte de la vialidad para realizar un performance.
La madre de la víctima se para a media calle, tiene los ojos rojos y con lágrimas, una de sus hijas se le acerca para abrazarla con una actitud protectora; mientras, elementos de la Policía Vial resguardan al grupo ante los claxonazos de los automovilistas que se quedaron varados.
Otro grupo arma una manta con fondo negro y letras blancas para colgarla en el exterior del negocio.
“Por nuestras hijas, por nuestras hermanas, ya basta, ni una más”, es el mensaje que escriben.
Justo a ls 13:30 horas, el contingente emprendió el camino de regreso, esta vez por el cuerpo sur de Ejército Nacional para regresar al punto de partida.
Mientras, la fachada del motel quedó llena de pintas y afiches relacionadas con la violencia contra las mujeres y, en una de las paredes con letras verdes, otro mensaje: “Encubridores, Vianey vive”.