A la señora Serrano se le relacionaba siempre con el poder, su vestir era estrafalario y poseía unos tamañotes. ¡QEPD!
No vaya usted a creer que porque se habla en este espacio de estos personajes soy admirador de los mismos, no, lo que pasa es que son personajes que no se deben perder en la historia, y es digno de resaltar las pocas cosas que hicieron, pero sobre todo subrayar lo que no hicieron. Son personajes de la vida política de la década de los setentas que ya venían trabajando en el Partido Revolucionario Institucional desde muy jóvenes.
Tal es el caso de José López Portillo, expresidente de México, quien provenía de una familias adinerada, de origen español. López Portillo trabajó como catedrático, incluso teniendo solo una licenciatura obtuvo un doctorado. Algo que hoy en día es prácticamente imposible. En pocas palabras, era pues, un hombre brillante.
Pero sucede que también es brillante aquel que fragua todo un plan para robar un banco sin que se note, solo que es de bajo perfil. Portillo fue un ladrón brillante. Como una amplia gama de priistas solía llamar los reflectores, incluso hasta su esposa Carmen Romano, también llamaba la atención, pues los que vivieron esa época y que la vieron, comentaban que la señora era de buena pierna y le gustaba mostrar la carrocería.
Sin embargo, para todo hombre inteligente siempre habrá una mujer que lo supere. Hombres como este que se creen sabiondos y que sienten que tienen el antídoto leyendo, recomendando autores franceses y alemanes para suturar los problemas del mundo, creen dominar al universo porque ellos saben más y tienen un supuesto poder infalible que les da la filosofía.
Así de sabrositos, aunque son incapaces de dominar hasta a su familia, siempre quedan en ridículo. Exactamente así López Portillo, aquel que evidenció una gran cultura, tez blanca, barbado, de origen español, con una biblioteca ejemplar que llegaba hasta el techo, eso lo reforzaba con su sabiondez practicando la masonería, además estaba identificado con un alto grado en su gremio.
Pero se le atravesó Doña Sasha Montenegro, su aroma lo dejó tarado, y qué creen, ¡a la chingada los libros y el poder de la sabiduría! Con ello, esa necesidad de sentirse superior y esa ansia de dominar al mundo, se fue al caño, una sola mujer lo castró y le bajó los humos y de paso su dinero.
Pero no fue el único, en la historia, antes que López Portillo ya había existido otro casi igual: Tavo Díaz Ordaz, a quien le llevaron mariachis hasta Los Pinos, y créalo o no, así con su cara de bagre, tenía su pegue, además su amante de nombre Irma Serrano, solía ser controladora, ya que era una mujer con los calzones bien puestos, estaba adelantada a sus tiempos y no traía el pelo verde ni morado, incluso, la nudista algún día le pegó con la chancla en el ojo y le provocó un serio daño. En esa relación la violencia la ejercía esta señora, que era una especie de combinación entre Beatriz Gutiérrez, Laida Sansores y Moni Vidente. Tenía alta carga de energía y lo que salía por su boca no eran precisamente pétalos de rosa.
Finalmente encontró la paz en su lecho de muerte, pero el lector debe de saber que también hizo historia en Ciudad Juárez, donde una de sus obras fue boicoteada, por tal razón, salió del teatro, cruzó la calle y abofeteó a uno de los organizadores de la protesta.
A la señora Serrano se le relacionaba siempre con el poder, su vestir era estrafalario y poseía unos tamañotes. ¡QEPD!
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