Por Luis Carlos Ortega |
La actual crisis del agua que registra Chihuahua está directamente relacionada con los tratados vigentes en materia de agua entre México y Estados Unidos, de acuerdo con el estudio “La crisis del agua en la región centro sur del estado de Chihuahua y la Convención de la ONU de 1997”.
La investigación, producto de los académicos Jorge Salas Plata y Thelma Jovita García, fue recientemente publicada por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).
Los investigadores exponen que los convenios internacionales son herramientas para la toma de decisiones por parte de la Comisión Internacional del Agua (CILA).
“Dada su obsolescencia, tanto de los tratados como de esta Comisión, solo sirven actualmente para medio administrar la crisis del agua en la frontera”, aducen.
Manifiestan que Chihuahua ha sido el más afectado en la aplicación de estos tratados perdiendo dos terceras partes del recurso en el Tratado de 1906; por ello, tiene que ceder casi el 50 por ciento de los 451 mil metros cúbicos al tratado de 1944.
Afirman que, en apariencia, el país salió ganando con el volumen de metros cúbicos que se obtienen del Río Clorado por el Tratado de 1944.
Sin embargo, antes que otra cosa, este tratado está basado en criterios geopolíticos, cuantitativos y pragmáticos, que trajo aparejados un sinnúmero de conflictos.
Se trata de conflictos ecológicos, sociales y de infraestructura entre otros, como el del área de estudio de la presente investigación del estado de Chihuahua.
“Esto llevó a que Chihuahua se convirtiera en un donador de agua”, denuncian.
Y exponen que, en el contexto de cambio climático y las sequías que se pronostican para esta región, habrá conflictos a corto y mediano plazo.
“Es casi seguro que los conflictos políticos por el agua se habrán de suceder en el corto y mediano plazo. Al respecto, se requiere de los gobiernos de los dos países la aplicación de la Convención de 1997 de la ONU; esto para enfrentar de manera racional la problemática del agua”, plantean.
Dicha convención -señalan- es una propuesta que involucra estudios y criterios de economía, crecimiento poblacional, educación, y disponibilidad de recursos ambientales; en especial de las aguas superficiales y subterráneas, derechos de las especies biológicas al uso del agua, y características geohidrológicas de la región.
Esto, además de “criterios modernos de planeación y administración del agua que están dando buenos resultados en otras latitudes del orbe”, según indican.
Una de las justificantes principales que ambos investigadores exponen en este diagnóstico, se enfoca en la inequidad de los acuerdos originales.
Esto debido a que se estableció la teoría de absoluta soberanía y la Convención de 1906; esto otorgó soberanía absoluta a los Estados Unidos sobre las aguas desde la Presa del Elefante hasta Fort Quitman.
Con ello -citan- se canceló la posibilidad de acuerdos equitativos de cooperación entre los países, con respecto a la transferencia de agua.
Y es que los 74 millones de metros cúbicos por año a que presuntamente está obligado Estados Unidos, es por cortesía.
“Es decir, sin estar obligado Estados Unidos a dicha entrega”, representando pérdida de soberanía para el país que cedió el recurso, o sea para México.
Citando a Escobedo y Pérez (2010), concluyen que la estrategia de apropiación de agua como la realizada por Estados Unidos es frecuente en contextos internacionales; esto en casos donde un país desarrollado comparte cursos de agua con otro en vías de desarrollo.
“La política de absoluta soberanía en cuando al reparto de aguas con México en la frontera norte canceló la posibilidad de un arreglo equitativo”, aducen. Estas circunstancias se agravaron con las bajas precipitaciones que se registran, junto al desmedido crecimiento económico y demográfico en la región Paso del Norte.
Para los investigadores, como opción se deben implementar criterios de Economía Ecológica que pongan por delante conceptos como la capacidad de carga de los ecosistemas.
Esto permitiría “reemplazar a los insustentables criterios de la inversión a ultranza y de crecimiento económico de corto plazo”, plantean.
Salas Plata y García clarifican que la investigación no subestima otros factores como el crecimiento poblacional y el aumento expansivo de la agricultura de riego; tampoco la escasez y falta de cultura del agua, o la ineficiencia en las instancias gubernamentales correspondientes entre otros.
Pero afirman que sin embargo sí se considera que las causas fundamentales son los dos grandes temas mencionados.
Y que el estado de Chihuahua ha salido perdiendo en materia de entrega de los volúmenes de agua que marcan los obsoletos tratados en mención.