Por Teófilo Alvarado |
“Yo veo a las niñas y digo ‘de la edad de mi nieta’, me parte el corazón, porque me pregunto en qué momento una criatura así emprendió esta aventura de cruzar casi el continente”, expresa Lucía Chavira Acosta, directora del DIF Municipal en Juárez, a propósito del albergue México Mi Hogar, sitio donde se resguarda de forma temporal a menores que llegan no acompañados hasta esta frontera, con la intención de cruzar a Estados Unidos y por alguna razón quedan aquí a la deriva.
Explica que dicho albergue opera gracias a un convenio que el Gobierno Municipal tiene con Gobierno del Estado, donde la Procuraduría de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes, es quien canaliza a los menores que ellos tienen bajo su custodia, para que se les resguarde de forma temporal en instalaciones municipales, previo conocimiento del Instituto Nacional de Migración (INM).
Dice que ellos son quienes definen el lapso que duran aquí en la ciudad y solo les notifican, de tal manera que dichas personas pueden durar dos o tres semanas, o tres o cuatro meses, en promedio, albergados.
Entre las variables que definen el tiempo, se encuentran que se trate de una reunificación con sus familiares en el extranjero o un retorno a su hogar.
“Nosotros no intervenimos en la definición de cuál va a ser pues, el destino de estos jovencitos y jovencitas, sino que nosotros solamente proveemos el cuidado mientras que esta situación se aclara”, anota.
Los menores venezolanos vienen acompañados
Agrega que en la actual temporada donde hubo una crisis por el fenómeno venezolano de cruces o intentos de solicitar asilo político, no han recibido a menores de edad oriundos de dicho país, ya que se advierte que ellos vienen acompañados siempre por adultos, caso contrario a los niños de otras nacionalidades.
Precisa que los internos del albergue referido son tanto de nacionalidades mexicanas como extranjera.
En su mayoría, dichos menores que se custodian en el albergue México Mi Hogar, son de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, y son de entre 12 y 17 años, casi todos.
Actualmente tienen en el lugar a 16 beneficiarios, de los cuales son 12 hombres y cuatro mujeres.
Mientras se realiza la entrevista, se le da aviso a la directora del DIF, que se efectúa la entrega de 11 personas más, de los cuáles son 8 hombres y tres mujeres, para un total de 27. La población varía constantemente.
Afirma que han “hecho un trabajo importante para que el tiempo que duran ellos con nosotros, reciban elementos que les sirvan a ellos, como para enfrentar el mundo que les está tocando”.
Dice que cuentan con maestros de música, pintura, educación física y programas que les sirven para adquirir habilidades para la vida, además de psicólogos, terapeutas y médicos, entre otros.
Menciona que no se conforman con proporcionarles techo, vestido y alimentación, sino que existe el compromiso y convicción para apoyarlos de forma integral.
“Es reconocer que estos chicos han pasado por situaciones muy complicadas”, agrega.
Mientras señala a un niño de 11 años, refiere: “cómo se imagina que cruzaron todo el país, vienen de Centroamérica, solitos, con la expectativa de poder cruzar y a la expensa de gente muchas veces sin escrúpulos. Tú los ves y son niños y unas niñas con historias de vida muy difíciles”.
Dice que cuando empiezan a trabajar con ellos los profesionales de la conducta, se dan cuenta que han sido víctimas de violencia, marginación, pobreza, en algunos casos, de tal manera que tratan de inculcarles para que vean el mundo con otra mirada, donde se sientan valiosos y que pese a su corta edad, puedan vislumbrar otras alternativas, otros proyectos de vida que no necesariamente sea cruzar la frontera.
Se les atiende en varias dimensiones: atención psicológica inmediata o tema académico, donde se les actualiza en sus estudios en la medida de lo posible; además el tema artístico, como música o escritura.
Interés genuino por ellos
Precisa que la presidenta del DIF, Rubí Enríquez, ha tenido todo el interés genuino, de aportar a este programa, donde no se ha escatimado en brindarles lo mejor, al igual que se hace con otros programas.
Como parte de su terapia, los niños y adolescentes se han encargado de realizar un mural denominado “Del Maíz al Sotol”, donde plasman su historia y lo que vivieron en su trayecto para llegar hasta esta frontera, donde cuentan que dejaron a su familia y que viajaron en tren o de otras formas hasta llegar acá.
Chavira Acosta agrega que en el albergue México Mi Hogar llegan a descubrir sus talentos, pero sobre todo, muchos entienden que sus vidas importan, como la de cualquier chico de su edad.
Afirma que algunos han pasado por experiencias muy complicadas, ya que han visto cosas que nadie debería de ver y menos a esas edades.
Indica que, tras el trabajo con los migrantes en tránsito, se observa cómo se van abriendo, se vuelven más sociables, se les nota mayor seguridad personal en las actividades que realizan.
Refiere que algunos de los que se van, llegan a comunicarse con personal del albergue, donde uno de los testimonios indica que “algún día voy a escribir un libro y voy a decir que aquí en Ciudad Juárez fue donde aprendí a escribir poesía”.
El caso del hondureño que conmovió a todos
Laura Lucero Carreón, encargada del albergue México Mi Hogar, explica por su parte que, en lo personal, ha sido muy gratificante al atender a esta población de niños y adolescentes migrantes.
Menciona que a estas personas les toca vivir situaciones adversas, pero se les ayuda porque se cuenta con un equipo multidisciplinario compuesto por psicólogos, médicos, trabajadores sociales y maestros.
“Es como poder aportar ese granito de arena para con ellos, que vienen desde tan lejos”.
Recuerda de forma especial el caso de un adolescente de 16 años, oriundo de Honduras que duró dos años en el albergue y es quien más tiempo ha permanecido en el lugar.
“Fue hacer todo un plan de vida para él, el tiempo que tuvo ahí con nosotros, y al final, después de los dos años, se logró la reunificación con su mamá en Estados Unidos, entonces eso fue algo que impactó mucho a todos los trabajadores de DIF, el poder lograr eso”, refiere visiblemente conmovida.
Lucero Carreón añade que les dan seguimiento a los casos y muchos de los chicos que se van, envían luego testimonios en video, donde reconocen la atención que se les dio.
Hacen énfasis en todo momento, en agradecer por los alimentos, por lo que aprendieron, pero sobre todo por haber tenido la oportunidad de crear una familia, en lo que se reunían con los de su sangre, precisa la encargada de México Mi Hogar.
Finalmente, menciona que en el año 2021 se atendió a 250 menores migrantes no acompañados en el albergue referido y en este 2022, van 209.
De acuerdo a un estudio del Colegio de la Frontera Norte, en 2022 se detectó que, en 10 albergues de Ciudad Juárez, había 349 personas de origen mexicano, de los cuales más de la mitad eran menores de 18 años, y el 13.5 por ciento eran menores no acompañados.