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dos mexicanos “tanteando” la frontera

Por Diego Villa |

El jueves 15 de septiembre, decenas de personas de origen venezolano cruzaron la frontera de Juárez hacia El Paso por el río Bravo, ya con una corriente baja, pero con lodos riesgosos.

Caminaban kilómetros río arriba del lado estadounidense a la altura de la “X”, hacia un espacio no existe el muro fronterizo, cerca del Puente Negro, por el cruce internacional Santa Fe.

“¡Somos de Venezuela!”, “¿Tienen agua?”, preguntaban algunos adultos cansados. Algunos, incluso, caminaban descalzos. El termómetro marcaba los 33 grados centígrados. No había nubes.

Del lado norteamericano, elementos de la Patrulla Fronteriza esperaban a las personas migrantes. Del lado mexicano, patrullas y elementos de la Guardia Nacional estaban desplegados a lo largo del bordo, vigilando.

A lo lejos se veían dos caras, una blanca y una morena. Eran los de un hombre y una mujer; él vestido de playera blanca y pantalón azul de mezclilla, y ella con blusa de tirantes negra y también jeans.

Pasaron varios minutos para notar su presencia. No hacían ruidos fuertes; entre ellos hablaban en voz baja.

Norte Digital conversó con ambos mientras exploraban por dónde y cuándo cruzar.

Él tiene 30 años de edad, es del Estado de México. Ella, 39, de Tamaulipas. Tienen casi un año juntos. Llegaron hace 20 días del centro del país a esta ciudad fronteriza, y se hospedan con familiares de ella.

Buscan “una mejor vida, y en un futuro un mejor patrimonio para mí y para mi familia”, dijo el hombre. En el Estado de México dejó a sus hermanos, su mamá y tres hijos, de 12, 9 y 8 años de edad.

Contó que llegó de México en camión. En ese momento una unidad de la Patrulla Fronteriza arrancó hacia donde estaba este grupo de migrantes. Parecía que sospechaban que cruzarían.

A los pocos segundos también una patrulla de la Guardia Nacional se acercó a custodiar el lado mexicano, a la par de la patrulla en El Paso.

Luego, él continuó. Explicó que en Juárez se ha sentido bien recibido y no ha visto nada peligroso, pese a la fama de la que se ha enterado sobre esta ciudad. Llevan al menos 20 días aquí.

La idea es trabajar en Estados Unidos, de “lo que me toque, lo que sea más redituable para mí. Sé de cocina, pintura… muchos oficios”, comentó.

Aquí en México tiene una licenciatura trunca en Aduanas y Logística, y se ha dedicado previamente a manejar personal. Si se va, buscará un liderato, aseguró.

Y quiere irse no porque el sueldo fuera malo, pero “creo que me iría mejor acá”. La falta de un título universitario le ha mermado oportunidades de crecimiento, y por eso le parece buena idea cruzar. Aunque sea sin documentos, podría ganar más dinero, aseguró.

La idea, en sí, no era cruzar ese jueves. Solo exploraban la zona de cruce. No querían arriesgarse a perderlo todo. Agregó que de no animarse, por el río o “la Migra”, se quedaría en Juárez. Sus papeles están en regla, y tiene experiencia laboral.

“Si se da la oportunidad, cruzamos. Estamos viendo la forma más fácil e idónea de hacerlo”, afirma.

La Guardia Nacional y la Patrulla Fronteriza se retiran del punto, donde está este par de mexicanos. No es el momento de cruzar, pues aún falta conocer los horarios de cambio de turno de “la Migra”. Será otro día.

La pareja se va caminando hacia el Centro Histórico y el jueves continúa con cruces de personas indocumentadas.

De acuerdo con María Inés Barrios de la O, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte, cerca del 28 por ciento de la población nació en un lugar diferente a Ciudad Juárez, lo que la coloca como una ciudad de migración.

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