Por Diego Villa |
Hoy el campamento migrante en la orilla mexicana del río Bravo en Ciudad Juárez se vio tranquila porque, dijeron los migrantes entrevistados, ya no queda más que hacer, sino esperar.
Esperarán al 9 de noviembre, “a que Joe Biden se toque el corazón y nos escuche”, dice un migrante afuera de su carpa verde, donde platica un grupo sobre vivencias en Venezuela.
El 9 de noviembre porque es el día siguiente a las elecciones intermedias de Estados Unidos, en la que se juegan los curules de 470 legisladores. Serán 435 diputaciones (la totalidad de esa Cámara) y 35 senadurías (de 100).
El problema en este caso es, según el medio France 24, que Biden “llega debilitado y podría perder su estrecha mayoría” tanto en la Cámara como en el Senado, lo que podría mermar su capacidad para hacer avanzar iniciativas de su gobierno y del movimiento que lo llevó al poder.
Actualmente, la Cámara de diputados se divide apenas en 220 representantes demócratas, 212 republicanos y tres sin decidir, mientras que el Senado tiene, básicamente, 50 escaños para cada partido.
Medios como The New York Times, sociedad civil organizada y algunos migrantes entrevistados están convencidos de que el cierre del cruce de migrantes indocumentados fue por estas elecciones, para simpatizar con los estados sureños de Estados Unidos y que estos agradezcan con votos para el partido demócrata.
Mientras pasa el 8 de noviembre y luego de dos días de manifestaciones (uno de los cuales terminó con un enfrentamiento con la Patrulla Fronteriza), seguirán las protestas pacíficas para reiterar el deseo de entrar a Estados Unidos.