Por Diego Villa |
Elementos del Grupo Beta, del Instituto Nacional de Migración (INM), han transitado por el campamento de personas migrantes venezolanas en Ciudad Juárez para ofrecerles una opción para regresar a Venezuela.
En acercamientos con las personas, compartieron que existe la alternativa de enviarlos en un camión hacia la Ciudad de México donde podrán o regularizar su situación en Estados Unidos, o viajar en avión hacia su país de origen.
Además de este servicio, han realizado recorridos diarios por la zona ofreciendo información sobre los procesos de los que pueden participar para tramitar un permiso del INM para permanecer en México, y trasladando a la población migrante que lo desee a los albergues disponibles.
De acuerdo con información oficial, faltan 10 personas para completar el primer viaje a la Ciudad de México.
Por otra parte, los migrantes se mostraron renuentes a los ofrecimientos de la parte humanitaria del INM. Desconfían, dicen, de los de Migración, porque antes de Chihuahua los trataron muy mal, les rompían sus permisos de tránsito y los regresaban a destinos que ya habían pasado.
Volver, ¿para qué?
Las visiones son encontradas entre los mismos grupos venezolanos: unos aseguran que al volver habrá una persecución por “traición a la patria” por parte del Estado venezolano o de sus grupos paramilitares conocidos como “colectivos” que abogan por la revolución chavista.
Organizaciones civiles como Derechos Humanos Integrales en Acción señalan que para regresar, repatriar, deportar a alguien oficialmente, se debe examinar que haya las condiciones necesarias (servicios y seguridad) para que la persona vuelva. También lo indica así la Organización Internacional de Migración.
La otra parte de personas venezolanas aseguran que no pasa nada si regresan.
Fiorella, una mujer venezolana que espera a su esposo de regreso luego de que fuera expulsado de Estados Unidos por Tijuana, Baja California, México, dice que no habrá persecución, ni desaparición forzada ni asesinatos extrajudiciales para quienes vuelvan.
“Al Gobierno de acá no le importa si vienes o si vas, no le importa quién entra ni quién sale. A ellos les importan sus negocios, ayudarse entre ellos”, comenta. Y con la seguridad de quien no teme nada, critica al Gobierno de Nicolás Maduro.
Otro venezolano, un migrante que está en Juárez, que será llamado “Daniel” por seguridad, dice que lo de ser buscados por traición a la patria no es verdad. Es una idea que tienen quienes no han estado en Venezuela desde la crisis económica entre 2016 y 2018, aquella de la que se viralizaron fotografías de almacenes y tiendas vacías y sin surtir.
Él vivía en Venezuela hasta hace unas semanas que decidió irse porque le llegó la noticia de que Joe Biden los aceptaría en Estados Unidos.
“Yo no vivo mal, no te voy a mentir, pero vengo a hacerme de un capital para vivir mejor. Yo no quiero quedarme en Estados Unidos”, afirma.
Y es un discurso común: no buscan quedarse en aquel país para siempre. Dos o tres años, cuando más, y volver a su Venezuela, y vivir dignamente, con la comodidad que dan los dólares sobrevaluados en el país sudamericano, y de la que ahora gozan unos cuantos, extranjeros principalmente.
No es un discurso general, sin embargo. Otros han relatado que vendieron todo para poder venir hasta esta frontera y probar suerte. Pero ya sea por una u otra razón, al parecer no habría problema con que volvieran a casa, a Venezuela.
Finalmente, viven en un país, según dicen, en el que el Gobierno está más enfocado en hacer “plata” para sí mismos, antes que en satisfacer las necesidades del pueblo.
