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Tras dos años de ausencia regresa el Rosario Viviente a Ciudad Juárez

Por Luis Carlos Ortega |

Miles de voces en rezo unificado, cargado de alabanzas y llamados a la paz participaron la tarde del pasado sábado en el Rosario Viviente 2022.

Tras dos años de ausencia, los fieles pudieron nuevamente celebrar este magno evento católico en acto presencial presidido por el obispo José Guadalupe Torres.

La actividad inició con una peregrinación multitudinaria que arrancó del Parque Borunda para de ahí trasladarse al Estadio Olímpico Benito Juárez.

Familias enteras de católicos acudieron en camiones desde las diversas parroquias locales para fusionarse con los peregrinantes en un sólido y muy emotivo abrazo espiritual.

En una tarde de agradable semblante, los asistentes fueron adentrándose en las instalaciones del estadio que, por unas horas, fungió como epicentro del sentir católico.

“En este rosario viviente oremos por el consuelo a las víctimas y la conversión de los responsables de tanta violencia en todas sus expresiones; pediremos la intercesión de María, madre de Nuestro Señor Jesucristo, Reina de la Paz”, fueron palabras que resonaban mientras los fieles ocupaban sus espacios.

En el exterior, comerciantes asentados en pequeñas carpas aprovechaban la ocasión para ofrecer a pleno pulmón todo tipo de mercancía, desde artículos religiosos hasta comida.

A cincuenta pesos el plato de tostadas con cueritos y repollo vendía su producto un comerciante que iba sólo de paso cuando notó la actividad. Ahí mismo concluyó en minutos una venta que suele requerir de horas, pidiendo “refuerzos” para aprovechar al máximo el momento.

Frituras, aguas de sabores, elotes y nachos, se disputaban la atención de la concurrencia contra los puestos de venta de artículos alusivos al Rosario Viviente.

“A veinte pesos las pañoletas, las banderitas para la alabanza a la virgen, a 20 pesos” grita el hombre que insistentemente recorre la fila de asistentes. Unos cuántos recién llegados hacen fila ante los puestos de venta de rosarios “de a cincuenta pesos” y camisetas o artículos alusivos al evento.

Luego de pruebas de audio y video, preparativos, música y palabras de bienvenida, el evento inicia en medio de porras, gritos de júbilo y rezos.

Alabanzas interpretadas con diferentes ritmos son recibidas por la entusiasta concurrencia con espontáneos balanceos y alegres bailables que dan el toque de alegría.

Con sonrisa a flor de labios, el obispo recorre la parte baja del graderío siguiendo las manifestaciones de alegría con saludos y amagos de baile.

Momento especial fue el de la procesión de la Virgen María alrededor de la cancha, a cargo de 14 miembros de Los Caballeros de Colón.

Presidida por el obispo y sacerdotes encabezados por Eduardo Hayen, párroco de Catedral, la Virgen es saludada con grandes muestras de devoción a su paso.

Mientras un emotivo tema musical acompaña la procesión, un viento llegado de sabe Dios dónde, va creciendo con una intensidad que sobrecoge a la concurrencia.

Manos en alto, rostros en éxtasis, banderolas, pañuelos al aire y las mismas bocinas de audio son objeto de su notoria y mística presencia. Al paso de su invisible y en ese momento misteriosa caricia, algunos fieles, en silencioso estado de gracia, derraman lágrimas de notorio y extasiado gozo.

A las 6:30 de la tarde el obispo de Ciudad Juárez, en breve discurso inicial, resalta la necesidad de ser forjadores de paz y esperanza.

A nombre de todos los presentes, el jerarca católico pide a la Virgen, madre de los desamparados y los desposeídos, el “don” de la paz.

“Venimos a orar a los pies de nuestra madre santísima en esta tarde en que abrimos nuestro corazón para recibir el regalo de la paz; y al mismo tiempo un compromiso, una tarea, una misión, todos juntos como pueblo de Dios, de ser artesanos de la paz”, expresa.

Ante el sufrimiento, la violencia y la pobreza, pide no callar ni ser indiferentes, reiterando el llamado a ser artesanos y forjadores de paz.

Concluido el discurso, inicia el rosario que fluye con la devoción de los miles de presentes, mientras la tarde se va haciendo noche.

Con Júpiter abriéndose paso en el creciente celaje nocturno, los rezos se unifican con el advenimiento de cada uno de los misterios luminosos.

Otro emocionante momento se da cuando se pide apagar las luces del estadio para que el público encienda velas y celulares que iluminan el entorno.

El espectáculo que forman miles de pequeños destellos siguiendo al unísono el ritmo de una alabanza bellamente interpretada, termina por romper el cuadro.

Concluido el rosario con la colocación de una ofrenda floral por parte del obispo ante la Virgen, el evento prosiguió con un concierto gratuito.

Mientras resuenan los  acordes del grupo Jésed, interpretando piezas católicas propias, la percepción general es de una gran, profunda… y gratificante sensación de paz.

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