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Sufren juarenses con el Arroyo de las Víboras

Por Luis Carlos Ortega |

Según el Atlas de Riesgos Naturales, editado por el IMIP, es actualmente una de las zonas de la ciudad más peligrosas en cuanto a precipitaciones.

Es la cuenca del Arroyo de las Víboras, al norponiente de Ciudad Juárez; cada año desde que sus habitantes tiene memoria, ese sector es uno de los que sufren los más severos daños en época de lluvias.

Acostumbrados a peticiones de paciencia porque primero hay que atender diques e infraestructura aledaña que nunca concluyen, sus habitantes llevan una vida de cierto desaliento.

Desde la 16 de Septiembre hasta el “monumento al cigarro”, la devastación de la calle principal salta a la vista de cualquiera que osa circularla.

Salvo algunos tramos en los que se puede maniobrar con los cuidados del caso, hundimientos, baches y desniveles son un constante riesgo en el camino.

Pero si algo parecía que no podía ser peor, las lluvias de la presente temporada se han encargado de expander aún más tales límites.

En estos últimos días trabajadores del Municipio acudieron solo para cerrar el acceso de un amplio tramo de la cada vez más devastada calle.

Auténticos cráteres son los que se abren al paso desde calle Acacias hasta calle Mejía, donde una cinta amarilla advierte que el acceso está cerrado.

Eso no impide la entrada a sus habitantes, que se aventuran a circular por necesidad por un estrecho margen de calle para estacionar sus vehículos.

Metros adelante, sin embargo, el acceso es imposible por una enorme laguna producto de un hundimiento que abarca la totalidad de la calle.

Aparentemente el mismo hundimiento que hace un año se anunciaba como un socavón en un tramo de dos por tres metros en el concreto hidráulico.

Ese abandono no es de ahora, sino de un acumulado de largos años de promesas, planes, proyectos, y obras realizadas en calidad de “por mientras”.

Sí, ha habido programas de bacheo que han tapado a momentos las enormes cicatrices viales; hasta que una nueva corriente de lluvia se encarga de imprimir de nuevo el ya típico y casi permanente paisaje semilunar en su entorno.

Para las autoridades estatales y municipales lo primero es, de momento, concluir con los ambiciosos programas de recanalización y construcción de nuevos diques.

Apenas veinte días atrás la gobernadora Maru Campos y el presidente municipal Cruz Pérez Cuéllar visitaron el sector para la entrega de dos presas.

Pero de entonces a la fecha las lluvias se encargaron de borrar del rostro de sus habitantes los atisbos de optimismo que apenas asomaban.

Y es que ahora la situación de la calle parece ser peor que nunca.

Una situación que deberá esperar a que la infraestructura aledaña quede concluida, pues de nada sirve parchar para que una nueva lluvia lo devaste nuevamente.

Eso, al parecer, en la lógica de unas autoridades para quienes la urgencia de sus pobladores es una variable más en la ecuación del aplazamiento.

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